1 de marzo de 2014, es sábado y es mi aniversario especial.
Era mi primer día en mi nuevo puesto de trabajo, compartía departamento con mi compañero al que había visto algunas veces y con el que había cruzado algunas palabras pero al que apenas conocía por no haber coincido más.
A él le pasaba lo mismo, no llevaba mucho tiempo en la empresa y el tiempo que llevaba había coincidido con mi baja por maternidad, así que me pidió que quedásemos para desayunar, para hablar un poco y conocernos, antes de empezar a trabajar juntos y esa idea me encantó.
Desde el primer momento tuve la sensación de estar hablando con alguien a quien conocía de toda la vida, me contó y le conté con total confianza y tranquilidad y subimos a la oficina y empezamos a trabajar. El puesto era totalmente nuevo para mí, cada día aprendía algo nuevo, unas veces juntos cuando nos lanzábamos a hacer cosas por primera vez, (gracias a él conseguimos traer las redes sociales e introducir a la empresa en el mundo 2.0), y la gran mayoría de las veces me las enseñaba él (a pesar de lo joven que es, me da cien mil vueltas en el terreno profesional); y día a día se me abrió un mundo totalmente nuevo para mí: entrevistas, eventos, relaciones con la prensa, inauguración de puntos de venta....
A pesar de ser muy distintos, él el auténtico señor Excel (me encantaba picarle con ese mote), con su necesidad de tener todo perfectamente controlado pero también con su pasión por hacer las cosas y por involucrarse en todo lo que tenía que ver con la empresa, y yo con mis locas ideas, mis millones de pop-ups bombardeándole y dándole un toque de locura a sus to do list, hojas de cálculo y presupuestos...., en seguida conectamos y formamos un equipo perfecto.
Y por primera vez desde hace muuuuuchos años ya desde que empecé a trabajar, me levantaba todos los días con una sonrisa de oreja a oreja e iba feliz a la oficina, había encontrado por fin mi lugar en el campo profesional, sabía por fin a qué me quería dedicar, y lo mejor de todo, había encontrado a mi compañero, mi amigo, mi confidente y a pesar de que nunca consiguió que le hiciera mucho caso (me sale la vena rebelde y era incapaz de hacer lo que me pedía a la primera), ha sido la única persona de todas las que he conocido a lo largo de mi vida profesional, con la que podía hablar abiertamente durante horas, con la que tenía la necesidad de compartirlo todo, que además ha peleado por mí, me ha defendido y ha estado siempre pendiente de que estuviera bien, de protegerme y de que no me pasara nada.
Pero era demasiado bonito para durar para siempre y él era demasiado bueno para quedarse allí y un día decidió que era momento de cambiar y de echar a volar. Todavía recuerdo cuando me lo dijo, por un momento se paró todo y nuestro pequeño mundo de risas se congeló....
La verdad es que hacía tiempo que él no era feliz, se le había quedado pequeño, no estaba a gusto con ciertas personas y situaciones y tenía la imperiosa necesidad de salir de allí, y en cuanto se le planteó la posibilidad de optar a un futuro mejor, no se lo pensó y decidió volar....
Desde ese momento y a lo largo de toda su última semana en la oficina, comenzó mi lucha de titanes, por un lado intentando convencerle de que no se fuera, no podía soportar la idea de no seguir juntos, de que se rompiera nuestro pequeño mundo ideal, de que se fuera y me dejara sola.... y por otro lado era perfectamente consciente de que ya no quería seguir allí, así que aparqué mis lágrimas a un lado y decidí ayudarle a volar y a ser feliz....
De repente dejamos de ser el departamento de las risas, las confidencias, al que todos los compañeros se acercaban en algún momento del día para reírse un poco y desconectar, para convertirse en un despacho solitario, frío y en el que tal y como dijo un compañero al día siguiente de su marcha: "es increíble el silencio que sale ahora de aquí"...
Hace 3 meses ya que hemos seguido caminos separados, él en su nuevo proyecto, y yo en el mismo trabajo en el que empecé hace 3 años pero con nuevas aperturas, acciones, novedades y proyectos. A pesar de que han sido meses de cambios y novedades en la empresa, yo continué sentada en mi sitio, defendiendo nuestro departamento, su mesa y su puesto, con la ilusión y la esperanza de que algún día me diera la sorpresa y al entrar en la oficina verle sentado de nuevo ahí...hasta que la semana pasada decidí de repente cambiar mis cosas y ocupar su sitio (ya no soportaba más la idea de mirar a la derecha y ver su mesa y sus sillas vacías), me senté en su sitio y me puse a mirar por la ventana, triste, y tranquila a la vez, tenía que haberme cambiado antes, me sentía de alguna forma segura al ocupar su lugar, y de repente me agaché a enchufar el ordenador y ahí estaba, en un rincón, un paquete de post-it de los muchos que le lancé en algunos de nuestros momentos de risas y peleas! y por primera vez en 3 meses, volví a sonreír.....
Dicen que la esperanza es lo último que se pierde, y yo sigo y seguiré soñando con el día en que en esta o en otra empresa, entre un día por la puerta y pueda volver a oír "buenos días!!!!", darle un beso y empezar nuestra jornada de trabajo, de risas y de complicidad.
A pesar de la distancia física, por supuesto seguimos en contacto, me sigue cuidando en la manera que puede, y se sigue preocupando por mí, es parte de mí y de mi vida y aunque no compartamos ya el mismo departamento siempre será mi compañero, mi amigo, mi confidente....
Hoy es 1 de marzo y hace 3 años que nos conocimos y desde entonces eres y serás ya parte de mi y de mi vida, y quiero darte las gracias por todo lo que me has enseñado y compartido, por los momentos de risas y de enfados, de alegría y de rabia, por devolverme la ilusión y enseñarme a pelear por lo que quiero con pasión, por cuidarme, por defenderme y por estar siempre ahí, te quiero mucho y quiero decirte:
¡¡¡ Feliz Aniversario!!!!!
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