martes, 19 de mayo de 2009

Astenia primaveral

Dicen que la astenia primaveral, es un "mal moderno" que aparece con la llegada del buen tiempo, y cuyos síntomas no son otros que la tristeza inexplicable, irritabilidad, falta de apetito, cierta pérdida de memoria (tendré astenia primaveral todo el año???), la tensión arterial baja, la ausencia de interés sexual, dolor de cabeza y malestar general.


La verdad es que leyendo este artículo sería fácil decir: "ya está es esto lo que me pasa", pero para ser sinceros, en mi opinión, la "astenia primaveral", no es otra cosa que la llamada de atención de tu cuerpo para que reacciones ante lo que estás sufriendo de verdad.


Y si no pensarlo, yo por ejemplo, jamás en mis taitantos años que tengo, he sufrido de astenia primaveral, al contrario, en cuanto ha llegado el calorcito (odio el invierno, no lo puedo evitar), he sentido cómo se recargaban mis pilas y las ganas que tenía continuamente de no parar de hacer cosas, y este año sin embargo, llega la primavera y me siento como un balón de playa cuando cae en un cactus, vamos que no puedo estar más desinflada (de moral claro, ojalá se me desinflara de verdad el flotador que me acompaña desde hace un año, ya podrían tener los michelines la astenia primaveral, cómo cambiaría el cuento!).


Pero no, hay que ser sinceros, con la llegada de la primavera, salen las flores, los pajaritos cantan, las mariposillas revolotean y yo.................yo tengo astenia primaveral. No tiene ningún sentido. Si con la llegada de la primavera te sientes así es porque tu yo interno se ha cansado ya de tanto derrotismo y pasotismo y ha dicho "ala, se acabó, hasta aquí hemos llegado, espabila que ya es hora de que salgas de tu letargo".


La verdad es que en vez de astenia, tenían que haberla llamado "pereza primaveral", y es que es así: llega la primavera y ya empiezan a amenazarnos con la operación bikini, y tú al principio empiezas con ganas y piensas: genial, tengo un par de meses para ponerme a hacer abdominales y así este veranito volver a recuperar el tipín que lucía con el bikini!


Jajajaja, yo llevo pensándolo desde enero, y lo más parecido que he hecho a las abdominales ha sido agacharme a atarme los cordones de las zapatillas. Y luego llega por supuesto el cambio de temporada, tengo que cambiar la ropa del armario, y pienso ay qué bien, me voy a ir de tiendas a ver qué modelitos encuentro por ahí, e ilusa de ti, ves un vestido monismo te lo llevas al probador y zas: te das cuenta de que tu barriga no tiene astenia primaveral, sino todo lo contrario, aparece con más energía que nunca reclamando el protagonismo que no ha tenido este invierno escondida debajo de capas y capas de ropa!.


Total, que tu moral se cae por el suelo, sales del probador, dejas el vestido donde estaba, y te das una última vuelta de reconocimiento disimulando, para no admitir que no estás para probarte nada.


Así que vuelves a casa, y en lugar de ponerte las pilas y hacerle frente, piensas: hoy he tenido un mal día, me voy a tomar una cervecita tirada en el sillón que creo que me lo he ganado, y estás tan absorta en tus pensamientos y en acallar a tu conciencia, que mientras te tomas la cervecita no oyes a tu barriga gritando: qué bien! comidaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!.


Y por ti podrías ponerte ciega a cerveza y patatas fritas, si no fuera porque tu marido de repente te mira de reojo y suelta por lo bajini: se está poniendo ciega la tía, y así pretende adelgazar????Y de repente espabilas de golpe (y tan de golpe, cada vez que le oído decir eso me ha sentado igual que una bofetada!), sueltas las patatas fritas y con vocecita (y una cara dura que no veas) le dices: "tú quieres cenar algo? porque a mí la verdad es que no me apetece."


Y si tienes suerte no se parte de risa en tu cara, sino que disimula y apiadándose de ti te dice: a mí tampoco, vamos a comer fruta que se pone mala (si mala, mala me iba a poner yo de tanto zampar si no llega a pararme!).


Así que al día siguiente te levantas sin ánimo, cansada porque madrugas mucho y jamás te acuestas temprano, abres el armario sin ganas pensando: a ver qué me pongo que no me quede mal, te duchas y te vas a la oficina como cada día.


Y cuando llegas a casa miras a tu pequeña y le dices: nos vamos a dar un paseíto por ahí, y luego piensas "pero si no tengo nada que ponerme, y con este mini-yo que me ha salido todavía no puedo ir de compras, mejor me pongo a planchar y a organizar la casa".


Y acabas pasando la tarde de maruja total y muerta del asco, porque para qué vas a hacer abdominales, andar o hacer algo por cambiarlo si estás hecha una vaga que no te apetece hacer nada de nada......

Y como yo el resto de mortales piensa lo mismo, pero por supuesto no quiere admitirlo, así que rápidamente encuentran la solución: no pasa nada que no cunda el pánico, lo que te pasa es que sufres de astenia primaveral".


Y tú que en el fondo sabes que no es cierto, pero necesitas agarrarte a cualquier excusa para eludir la realidad, te unes al carro y te dices a ti misma: es verdad, es eso lo que me pasa!!!! y acto seguido lo primero que te viene a la cabeza es: "tengo que ir al súper que se me han acabado las patatas fritas!".