jueves, 25 de febrero de 2010

donde el corazón te lleve

El otro día hablando de la fuerza de los genes, me contaron que las mariposas hacen un único recorrido en su vida, recorren 40.000 km de distancia en una única dirección, cuando llegan a su destino tienen a sus hijos y mueren y luego estos recorren el mismo camino de vuelta con la misma finalidad.
La verdad es que me impresionó tanto que me puse a recordar las veces en las que me había parado a observar alguna mariposa, me parecía imposible imaginármelas volando en línea recta sin parar hasta llegar a su destino como si de un mensajero se tratara, y afortunadamente recordé verlas siempre revoloteando sobre flores, césped, y parándose brevemente a inspeccionar cuando algo les llamaba la atención para luego seguir volando y desaparecer.
Lo que me hizo pensar en lo que tantas y tantas veces he leído y nunca he prestado atención: la vida es un camino que hay que disfrutar.
Sin embargo en muchos casos reducimos nuestra vida a una carrera sin ningún sentido: levantarse, ir a trabajar, comer, dormir, y al llegar el fin de semana intentar descansar, vamos conduciendo y sólo pensamos en llegar y mientras tanto nos perdemos todo lo que va sucediendo a nuestro alrededor: una puesta de sol, la fachada decorada de un edificio antiguo, un abuelo explicándole con ilusión algo a su nieto mientras andan por la acera.......un claro de sol después de días y días de lluvia!
Pasamos tanto tiempo pensando que no vemos ni escuchamos nada más, y la verdad es que se avanza más rápido y se ve todo más claro cuando bajamos del ático y escuchamos lo que se cuenta en el interior.
Cuando tenemos que tomar decisiones nos agarramos al famoso "depende de si lo pienso con la cabeza ó con el corazón" pero la verdad es que si miramos desde dentro la vista se ve mucho mejor.